sábado, febrero 18, 2006

Centro Cultural Pilar Miró. Vallecas (Madrid)

El batería, el flautista y el pianista posan para la foto en el camerino momentos antes del concierto... espera... ¡se han movido!Alma y Viento del Sur.
Homenaje a los Poetas Andaluces
Me gusta tocar en teatros grandes. Disponen de todos los medios posibles: buenos técnicos, buen sonido, cómodas butacas para el público incluso camerinos con duchas. Pero tienen un inconveniente, en vez de las caras de los espectadores sólo se ve una sombra infinita que, con suerte, aplaude y a veces guarda un misterioso silencio.
Jero afina la guitarra mientras ajustan la iluminación para Pachón
Así era el recinto de este concierto: un agradable teatro que entregaba ovaciones ciegas. Supongo que no fuiste a vernos pero si lo hiciste, lo más seguro es que no te distinguiera porque sólo distinguía unas figuras en penumbra en la primera fila. Esto, como puedes suponer, nos afectó pues no es lo mismo tocar para personas con rostro y expresión que para un agujero negro. Sobre todo al principio, hasta que entramos en calor.
Resultó un concierto irregular. Mientras algunos de nosotros bordaron su interpretación (especialmente vientos y voz) otros no terminábamos de atinar con la nota o el tiempo oportuno. Parecía que estábamos despistados y, en verdad, a algunos nos sobraban motivos para el despiste aunque no venga al caso enumerarlos en esta página. Sin embargo, disfrutamos como en pocas actuaciones porque cada error o cada olvido lo tomábamos a broma en vez de indignarnos y las salidas de guión de Celedonio nos provacaban casi más risa que enojo.
En uno de los temas Jero, el bajista, tiene que abandonar su instrumento habitual para tocar la armónica que suele guardar en la parte posterior del taburete. Pues bien, este día, sin mirar, se echó las manos a la espalda y agarró el afinador. Todos nosotros estábamos viendo como se lo llevaba a la boca y esperábamos entre carcajadas contenidas que se diera cuenta pero no se percató hasta casi rozarlo con los labios. Cuando advirtió el error, él mismo se unió a las risas contenidas y empezó a buscar la armónica mientras el tema seguía corriendo. Al encontrarla y ponerse a soplar, no sonaba el micrófono. Y el tema corriendo. Tras muchos vaivenes, todo se solucionó de la mejor manera y, a pesar de los apuros, nos reímos de la anécdota.
Y es que la armónica estaba gafada ese día. Si alguien cree en el destino pensará sin dudar que este sábado no debía sonar tan bello instrumento, porque los contratiempos comenzaron cuando llegamos al teatro a la hora de la prueba de sonido y nos dimos cuenta que la armónica se había quedado en casita. Menos mal que no distaba demasiado, porque veinte minutos antes de la hora prevista para el comienzo Jero tuvo que salir corriendo a por ella.
De estas hubo varias pero nos quedamos con lo bueno: los inspirados solos de viento, la dulzura de la voz o la gran ayuda de los profesionales técnicos de luces y sonido que, para colmo de bienes, nos grabaron en CD la actuación con una calidad suprema y así, mientras escribo esta crónica puedo disfrutar (y sufrir) con lo que interpretamos para la audiencia vallecana.Instrucciones para los técnicos

Satin Doll. Nacía gris la luna. La clase. Autumn Leaves. El viento y el agua. Donde habite el olvido. Misty. Adelfos. Canto a Andalucía. Nature boy. A José Mª Palacio. El crimen fue en Granada. Four. Romance de luna, luna. Afro blue. Gatos, gatos y gatos. Balada de la bicicleta. My heart belongs to daddy. Primer día de vacaciones. Pink Fever. Mon Frere. Contigo. Lágrimas negras. Bises
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