jueves, octubre 26, 2006

Homenaje a los voluntarios del II Foro Social Mundial de las Migraciones

Casa de la Juventud de Rivas Vaciamadrid. Madrid.
Como el eco. Así resultó esta actuación. Y no sólo por la pelota de sonido rebotado que se formaba en el escenario sino porque, en cierto modo, suponía una extensión del II Foro Social Mundial de las Migraciones celebrado en junio (en el que también tuvimos el gusto de tocar) y porque tenía lugar en un escenario que, por desgracia, ya conocíamos. Tanto eco no podía traer nada bueno y, sin embargo, el balance no es nefasto.
Como nos viene sucediendo desde hace unos meses, los precedentes no resultaban prometedores. Compromisos inaplazables redujeron los ensayos a la mínima expresión y, aunque conocemos de sobra el repertorio, siempre da un poco de miedo acudir al examen con los deberes sin hacer.
Por si a alguien le queda alguna duda, conviene recordar que un grupo como el nuestro no da, ni mucho menos, para vivir, por lo que sólo es posible dedicarse a él cuando termina la jornada laboral que posibilita las lentejas (aunque los jueves pongan paella en los restaurantes de menú del día de todo Madrid). Esto implica que, si la organización te dice que tienes que estar a las cinco probando sonido, tendrás que pedir favores en la empresa, luchar contra el transporte público y perder el resuello para llegar, con suerte, a las seis. El que llega... porque, estando previsto que la actuación comenzase a las 20:30, alguno se presentó a las 20:15. Podría decir que estábamos temblando de nervios mirando el reloj obsesivamente pero creo que ningún miembro del grupo usa reloj. Aunque sí parecíamos tigres enjaulados deambulando entre el público que ya abarrotaba la sala y alzando las cabezas entre la multitud en busca de dos chavales con instrumentos bajo el brazo. Si no lo estuviera contando aquí ahora, nadie más que nosotros y el técnico de sonido que no pudo ajustar niveles se hubiese enterado porque llegaron, tocaron y resolvieron.
No sucedió nada que no esperásemos. Esa sala, como nos confesarían al final los organizadores, no es apropiada para conciertos y el público lo notó. Aún así, el que aguantó las malas condiciones acústicas, disfrutó, perdonó los errores (muchos) y aplaudió entusiasta (En estos casos siempre me quedo con ganas de preguntar al que se fue).
Entre ellos, la prensa. ¡Caray! porque tratamos de dejar la vanidad en la carretera que, si no, uno se sentiría un poquito inflado con la cantidad de fotos que nos tomaron. Recordemos que se trataba de un acto oficial cargado de políticos y fotógrafos. Por cierto, si alguno lee esto, que nos mande alguna instantánea... Pero todos muy profesionales, pues la fiebre del clik sólo duró lo que la primera canción, lo suficiente para recoger el material necesario para cubrir el espacio reservado en las respectivas ediciones.
No tiraremos cohetes pero tampoco hay que ser catastrofista. Sin duda este concierto no pasará a la historia de Jazz Lemon pero tampoco merece caer en el olvido. That's entertainment o, como diría el otro: Unas veces se gana y otras se pierde. Finalizada la actuación, mientras degustábamos los exquisitos canapés que no quisieron los invitados y comentábamos las incidencias, coincidimos en algo: con que entre el público se vea dos personas bailando y disfrutando con nuestra música, el concierto habrá merecido la pena. Y así fue.

viernes, septiembre 29, 2006

Amargord. Madrid

Celebración del primer aniversario del Club Literario
El arte siempre ha necesitado mecenas pero cuando se convierte en mercenario pierde una de sus principales funciones: la revulsiva. Por eso, a mi modo de ver, para que pueda conservar su independencia debería permanecer libre de empresarios pero, claro, los artistas tienen que comer y, por tanto, cobrar por el fruto de su trabajo. Entonces ¿quién es el propietario de la obra? ¿El empresario que lo paga, el espectador que lo recibe o el artista que la produce? Estoy seguro que esta pregunta encontrará tantas respuestas como lectores. El que esto escribe opina que sin receptor, el mensaje no tiene sentido que, todos los esfuerzos se realizan para transmitir algo a alguien y que por tanto ese espectador merece todos los respetos y todos los honores. A pesar del que paga y, muchas veces, incluso a pesar del que crea. Sé que esta idea tendrá muchos detractores incluso entre mis compañeros de filas e invito a todo el que no opine lo mismo a que rebata esta teoría en los comentarios de abajo.
¿Y a cuento de qué vienen estas disquisiciones sobre el arte? Te preguntarás. Pues vienen a cuento de que debates similares surgen cada vez que inesperadamente se plantea la cancelación de un concierto por motivos unas veces desconocidos, otras injustificados y otras tantas absurdos. Y eso fue lo que sucedió la mañana previa a la celebración del concierto aniversario de Amargord.
Si no me equivoco, desde que se creó el Club Literario Amargord, hace ahora un año, hemos tocado allí al menos cuatro veces. Todas ellas requeridos por la fantástica programadora cultural de la sala. En todas las ocasiones el trato y la atención resultaron inmejorables por eso, aunque no se pueda decir lo mismo de los ingresos, siempre regresamos gustosos cada vez que nos requerían. Ninguno de esos días conocimos al propietario del local, pues nunca acudió a ninguna de nuestras actuaciones en su sala. Para la celebración del primer cumpleaños pensamos algo especial y por eso se negociaron unas condiciones diferentes a las habituales, algo más ventajosas para los músicos que lo que venía siendo habitual.
Apenas unas horas antes de la hora prevista para el comienzo del concierto recibimos una llamada de alguien desconocido hasta entonces que dice llamar en nombre de la sala Amargord diciendo que el concierto debe cancelarse porque las condiciones negociadas "con esa señorita" son inadmisibles.
Durante unos minutos que parecieron horas los teléfonos hirvieron. El debate que inicia esta crónica y otros similares se sucedían entre los componentes del grupo. A los puntos gana la opción de continuar adelante, no porque nos convenzan las condiciones sino por no defraudar a quienes esperaban encontrarnos allí esta noche. A pesar de la decisión, los ánimos no están precisamente por las nubes.
Montamos, probamos sonido y nos vamos a cenar. Cambiamos el clásico "melos" por "Viva Chapata", nuevo clásico Lemon en Lavapiés.
Al regresar, Amargord más lleno que nunca. Comenzamos la actuación pero algo no va bien. Parece como si el mal rollo de antes se hubiese trasladado al equipo de sonido. No nos oímos, tocamos de memoria, sin escucharnos. Resolvemos los temas pero no los bordamos. Seguimos teniendo problemas de sonido y una parte del público percibe que algo no va bien y empieza a contarse la vida.
Luchamos con los amplificadores, con la atención de los asistentes y con nuestra propia inspiración y, cuando empezamos a ganar la batalla, tenemos que cortar para que el propietario del club de la bienvenida a los asistentes y presente un libro recién editado por ellos.
Al regreso ya nada sería lo mismo: acoples, un monitor estropeado, más distracciones, más murmullo de fondo... Total, que terminamos como pudimos y el caso es que, los que escuchaban con atención, estaban disfrutando, tanto que dos de nuestros fans se pusieron a bailar en el centro de la pista y todos les hicieron corro como en las películas. Pero nosotros sabemos de lo que somos capaces y sabemos que este no estaba resultando un concierto Lemon como nos hubiese gustado. Por eso rematamos como pudimos y finalizamos aún con la dignidad suficiente como para recibir alguna felicitación.
Pero la noche no había terminado. Cuando ya charlábamos, despreocupados, con los asistentes, alguien me dice que me reclaman en el escenario. Sorprendido me acerco y encuentro y un chaval africano terminando de afinar un djembé y pidiéndome que me siente a la batería para tocar algo de percusión. Sorprendido, ocupo mi puesto y espero que marque el ritmo. Le sigo y empieza una fiesta frenética a la que no tarda en unirse Alberto, nuestro flautista con ángel. Cuanto más sube el ritmo más se llena la sala. La gente que pasa por la calle y ve la fiesta entra sin dudar al local para ver semejante sarao. El nivel de espectación sólo es comparable al de improvisación. Si durante el concierto preparado, ensayado y trabajado durante semanas hubiésemos conseguido la mitad de atención que mientras esta descarga, podría haberse considerado de rotundo éxito y este análisis, a pesar de la euforia, nos enfada un poco a los componentes del grupo pues demuestra que, a veces, el público, el destinatario de nuestros esfuerzos, ese por el que, como decía al principio, casi todo se justifica, se conforma casi con poco.

martes, septiembre 19, 2006

Don Lito. Rivas Vaciamadird

La virgen de los truenos se apiadó de nosotros y no llovió. Las calles aún permanecían mojadas de lo caído los días anteriores. Apenas veinticuatro horas después la cola de un huracán culebreó entre las mesas pero justo la noche del diecinueve brillaron las estrellas y el viento se echó la siesta. No sé si para celebrar los últimos días del verano, porque esperaban la inigualable parrilla argentina de Lito o porque realmente querían vernos, el caso es que la terraza del bar se llenó. Y era martes.
Jugábamos en casa pero el refrán dice que nadie es profeta en su tierra así que no creo que fuese esa la causa del lleno absoluto. Estoy seguro que ni los dueños del bar esperaban tanta afluencia pues se agotaron las mesas, las sillas y hasta los calamares. La gente que seguía llegando después de ocupados los espacios se acomodó en un rincón del parterre y aguantó toda la actuación de pie, sin pestañear y aplaudiendo.
En parte lo entiendo porque teníamos ganas de este concierto. Nosotros, los dueños del bar y el público, que hace un año acudió a la misma esplanada esperando encontrar nuestros acordes y se encontró una suspensión inesperada. Quizá por eso, como suponíamos, el concierto se convirtió en una fiesta. Y es verdad que jugábamos en casa y que la mayor parte del público la componían amigos y fans (que ya vamos teniendo unos cuantos) pero también es verdad que la noche se prestó, que los hados de las corcheas nos fueron propicios y que logramos transmitir a todos los espectadores, incluso los que nunca antes nos habían escuchado (que también de esos acudieron) , la alegría que llevábamos dentro.
¿Meteduras de pata? Quizá más que en otros conciertos pero ¿quién se enteró? Lo bueno que tiene conocernos tanto es que las salvamos sin que se llegase a enterarse ni el músico situado en el otro extremo del equivocado.
Jazz Lemon no es un grupo de estrellas. No funcionaría igual de no ser por la labor de equipo. Sin embargo, esta noche, una brilló por encima del resto: sin duda, los mayores halagos los recibió Alberto, nuestro nuevo flautista que, tras el íntimo preestreno del concierto anterior, aquí tuvo su gran debut. Quizá por aquello de la novedad y la sorpresa pero también por ese aire especial con el que es capaz de impregnar los sonidos que salen de su instrumento, aires sureños hasta en el más yanki de los swing que interpretamos. Tan grata fue la sorpresa de la nueva incorporación para nuestros fans que, me consta, no sólo recibió piropos a su estilo sino también a su estampa.
Como no uso reloj nunca cronometro los conciertos mientras estoy tocando pero me dijeron que tocamos durante más de hora y media seguida, sin parar. No he hecho una encuesta entre mis compañeros pero casi me atrevo a asegurar que su impresión coincide con la mía: "¿No hemos tocado sólo tres cuartos de hora?" ¿Por qué esta impresión? Porque nos encontrábamos tan a gusto y el público nos acogió tan bien que de haber tenido más repertorio (insisto, el pobre Alberto lleva quince días con nosotros) podríamos haber tocado hasta que viniese la Guardia Civil a echarnos por escándalo nocturno. Y los asistentes hubieran estado de acuerdo porque nadie se movió del asiento cuando terminamos y aplaudieron hasta un "Pakitoelchocolatero" que improvisamos sobre la marcha después del último bis y después de todos los saludos y despedidas. La gente seguía pidiendo otra a pesar de que avisamos que no teníamos más.
Bien que lo lamentamos. Por eso, como guinda final nos miramos un poco el ombligo y ambientamos la noche con nuestra propia música enlatada: una copia de trabajo de un CD que contiene grabaciones de varios conciertos, no apta para la distribución por su dudosa calidad y de la que, sin embargo, comenzamos a recibir encargos. Como nos encargaron una gira por Tarragona o un posible compromiso para girar por Castilla León. En realidad sólo tomas de contacto que no se sabe en qué terminarán pero que inflaron nuestro ego y sirvieron para que esa noche durmiésemos tan felices como las estrellas que, por una noche en la temporada, brillaron en el cielo.

sábado, septiembre 09, 2006

Amargord. (Madrid)

Alma y viento del sur. Con Celedonio Macías.
Hay conciertos en los que no cabe ni un alma en la sala y otros a los que no acuden ni los músicos. ¿La razón? si la supiéramos tendríamos el secreto de la piedra filosofal.
Debimos suponer que sucedería el segundo supuesto desde el momento en que José Carlos, nuestro clarinetista habitual dijo que un imprevisto de última hora le impediría asistir. Llamamos a Roberto, antiguo componente del grupo y suplente ocasional, para que nos ayudara y la respuesta fue la misma. Sólo nos quedaba un viento: Alberto, el recién estrenado y voluntarioso flautista de Jazz Lemon que, a pesar de llevar entre nosotros sólo unos días, aceptó el reto de llevar él solito todo el trabajo de los vientos. Lo que aún no sabía Alberto (ni los demás) es que, cuando dijimos "en solitario" hacíamos referencia también a la afluencia de público.
Con este panorama, podéis imaginar que las jornadas previas al concierto resultaron intensas. A la desconexión propia de un agosto relajado se unía la necesidad urgente de adaptar un repertorio pensado para dos vientos veteranos en el grupo a un único flautista "sin estrenar". Pero el chico se ganó el sueldo. Durante los pocos días disponibles escuchó una y otra vez los temas del grupo hasta que las notas llegaron a salirle como la respiración.
Y así nos presentamos al concierto, con más miedo que vergüenza pero dispuestos a todo. O a casi todo, porque lo que no esperábamos de ninguna manera es que, llegado el momento de comenzar, no hubiese en la sala ni un alma. Por un momento llegamos a plantearnos suspender la actuación pero los seguidores del grupo y lectores habituales de estás letras saben de sobra que eso para Jazz Lemon es lo último y que si llega ese caso ha de ser por una fuerza suprema.
Al fin y al cabo, teníamos algún oyente de lujo: la entrañable encargada de la sala, un par de clientes habituales y las novias de dos de los músicos que aún no habían tenido ocasión de escucharnos en directo. Así que, como si de un estadio a rebosar se tratase esta selecta audiencia, afrontamos la actuación. No se debe negar que un poco fríos al principio, imaginad, pero pasados los dos primeros temas ya no veíamos el auditorio medio vacío sino medio lleno y las notas comenzaron a salir de nuestros instrumentos mejor que nunca. Cuando Laura afrontó el mágico Misty, tanto la escasa audiencia como los pocos músicos, casi nos derretimos al oír una de sus mejores interpretaciones de este bello tema. Hasta tal punto que la camarera confesó después que se había emocionado oyéndolo. Algo que no me extraña porque incluso el que esto escribe casi salpica de lágrimas un parche.
A partir de ahí, todo fue sobre ruedas. Hasta la sorpresa final; puesto que el batería estaba a punto de cumplir años, bajo y voz decidieron regalarle un emotivo Cumpleaños Feliz que culminó con una deliciosa tarta para todos los que había en la sala: músicos, amigos, trabajadores de la sala y los escasos oyentes anónimos que pasaron por allí y se disfrutaron hasta el final.
Lo que pensábamos sería un concierto calamitoso, se convirtió en una deliciosa fiesta. ¿Qué importaba que hubiera poca gente? Al fin y al cabo, público selecto.

domingo, septiembre 03, 2006

Septiembre

Durante el mes de septiembre tienes tres oportunidades para pasar un buen rato en compañía de Jazz Lemon y que la vuelta a la rutina otoñal sea más llevadera.
La primera cita será el día 9. Estamos tan a gusto en el club Amargord que cada vez que nos llaman volvemos corriendo. Esta vez nos acompañará Celedonio para repasar la magia de la poesía andaluza. Si te perdiste Alma y viento del sur esta es la ocasión de remediarlo. Sólo tendrás que pagar una entrada simbólica de tres euros o cinco si te tomas una cervecita. Recuerda que Amargord está en pleno Lavapiés, en la calle Torrecilla del Leal, 32 y que comenzaremos a eso de las nueve.
Muy distinta es la convocatoria del día 19. Retomamos la idea del año pasado de combinar tapas y música en directo en una de las terrazas más agradables de Rivas, la del Mesón Don Lito, en el Zoco, Paseo de la Chopera, 9. En esta ocasión, sin poesía, sólo música muy divertida para despedir al verano con buen sabor. Sobre las diez de la noche.
El día 29 Amargord celebra que lleva un año ofreciendo buena cultura en Madrid y nos han invitado a acompañarles con nuestra música. Habrá buena gente y muchas sorpresas, yo que tú no me lo perdería. Ah, y la entrada, gratis.

jueves, julio 27, 2006

Tekendama. Rivas Vaciamadrid

Se supone que tengo que escribir lo que me pareció a mí el concierto pero resulta que tras hablar con unos y otros las impresiones recibidas difieren hasta tal punto que llegan a oponerse. No sólo cada músico salió con una opinión sino que los amigos que asistieron como público también nos transmitieron versiones diferentes. El abarrotado auditorio anónimo, sin embargo, fue unánime: se entusiasmó. Quizá por el énfasis de sus aplausos y vítores también yo terminé extremadamente contento y eufórico porque oía todo bien y veía las caras de diversión en la pista. Luego me enteré que no todo el mundo lo escuchó igual. Por ejemplo, Laura, no se oía nada y tuvo que chillar casi todas las canciones y cantar, casi sin moverse, pegada al micrófono para que su voz pudiera llegar fuera.
Esas son las cosas que pasan con el sonido: siempre problemas. Más aún cuando se trata de estrenar una sala que nace con intención de ofrecer conciertos pero que aún tiene mucho que aprender y nos utilizó como prueba.
Salvo por esos problemas técnicos, más presentes siempre de lo que sería deseable, el experimento resultó un éxito porque la sala se llenó, no sólo con nuestros amigos (habíamos anunciado el concierto como fiesta despedida de temporada) sino con gran cantidad de público que acudió curiosa al leer la convocatoria en el diario gratuito 20 minutos y los muchos carteles que empapelaban el barrio.
No estábamos muy convencidos de la afluencia porque, hay que tener en cuenta que la actuación tenía lugar un jueves de verano, a una hora muy tardía y en una ciudad del extrarradio. Sin embargo, no sólo se llenó la sala de gente que bebió y bailó, sino que puedo asegurar que disfrutaron porque, tras terminar el repertorio previsto y los dos bises de rigor, siguieron aclamando a la banda y pidiendo más bises. Petición que cumplimos, por supuesto, con mucho gusto.

jueves, junio 22, 2006

II Foro Social Mundial de las Migraciones

Preparando el escenario bajo un sol implacable.Rivas (Madrid).
Han pasado varios días desde el concierto que dimos en la Fiesta de Bienvenida a los participantes en el II Foro Mundial de las Migraciones y aún seguimos recibiendo felicitaciones. Honestamente sabemos que no fue para tanto. Cierto que tampoco salió tan mal pero hemos tenido noches mejores.
Sabemos que al público las circunstancias le importan poco y lo que quiere es escuchar un buen concierto. También nosotros queremos ofrecer calidad sin tener que dar explicaciones pero las luces ya se han apagado y aquí no hay música, sólo palabras.
Después de una intensa primavera de actuaciones que no nos dejó hueco para preparar nuevo repertorio, la sección de viento causó baja técnica en la formación y durante varias semanas les perdimos la vista y el rastro. "El día 22 vamos" aseguraban casi al unísono a cientos de kilómetros de distancia pero la fecha se aproximaba y no encontrábamos ocasión de reunirnos todos juntos siquiera para seleccionar el repertorio. Cuando no faltaba uno desaparecía el otro y así semana tras semana. Cuando sólo faltaban apenas unas horas, logramos ensaJero y Pachón sonríen a pesar del calor, a pesar de los pocos ensasyos, a pesar de..., a pesar de...yar un día con uno de los solitas y otro día con el otro. Ante esta situación de no encontrarnos todo el grupo junto en el local desde... desde... (¡maldita memoria de pez!), decidimos cambiar casi todo el repertorio eliminando de la lista los temas más arriesgados que, por lógica, son los más interesantes y los más "Lemon". Los últimos ensayos de emergencia no resultan tan mal como nos temíamos pero, escasas horas antes del comienzo, los metales nos dicen que imprevistos imponderables les impiden acudir a la prueba de sonido pero que llegarán a tiempo para el concierto. "¿Dónde están los vientos? que ya sólo faltan sus micros" preguntaban los técnicos de Glup media hora antes de la hora "H". Eso mismo nos gustaría saber a nosotros pero aseguran que llegarán.
Y mientras duraba la incertidumbre, nosotros a beber cerveza de la que los organizadores, la Asociación Guanaminos sin Fronteras, cedían libremente a todos los asistentes, que para algo celebrábamos una fiesta de bienvenida.Lemon, Sri Lanka y Guanaminos.
Llegó el momento. Todo a punto. Suena la careta de presentación y los primeros compases, ya clásicos en nuestras aperturas, del Satin Doll. Comienza el espectáculo... y el calor. Espero que estuviésemos guapísimos con los focos que nos plantaron detrás porque nos hicieron sudar la gota gorda. Tanto que en algunos momentos creímos desfallecer. Creo que ese calor insufrible nos hizo acelerar el tempo de la mayoría de los temas como si, inconscientemente, quisiéramos terminar pronto para marchar a refrescarnos.Todo listo. y eso que, por otra parte, se estaba bien a gustito allá arriba porque a la temperatura del tungsteno y el recién estrenado verano había que añadir la del público, bastante más agradable y menos sofocante.
Un público que, sin pedirlas y sin que se las diéramos, pareció entender todas nuestras explicaciones silenciosas y parte de ese calor que devolvimos todo lo bien que supimos en forma de canción. Por eso, al finalizar aclamaron un sentido "otra" que compensamos con ganas a pesar de -y es absolutamente cierto- no tener preparado.
Recuperamos un clásico de nuestro repertorio olvidado en el cajón de los viejos temas, My Favourite things porque, tal y como presentamos, una de nuestras cosas favoritas es regalar canciones desde lo alto de un escenario. Con ganas e ilusión comenzamos a tocar hasta que, de repente y sin previo aviso, empezó a sonar por monitores un tema de Manhattan Transfer. Nos miramos sorprendidos sin comprender qué estaba pasando y seguimos con el tema previsto esperando que cortaran la música grabada. Como no cesaba, la base rítmica tratamos de seguir el compás de la música enlatada. No comprendíamos nada. La cantante se retiró del micrófono. El pianista levantó las manos. El flautista trató de improvisar una melodía en el tono apropiado... vanos intentos de mantener el tipo que apenas duraron unos minutos. Todos pensamos que aquella era una manera poco elegante de echarnos del escenario y por un momento toda la ilusión del concierto se nos vino abajo. Creímos que esa misma música la estaría escuchando todo el público y balbuceamos una explicación poco convincente ya que nosotros mismos carecíamos de respuesta. Ellos no entendían nada y aplaudían porque, después lo supimos, esa música sólo la escuchábamos nosotros. Tan pronto conocimos la explicación tratamos de exponerla pero para entonces ya se habían marchado gran parte de los asistentes. El técnico, muy profesional y eficiente hasta ese momento nos pidió mil disculpas aunque ya daba igual porque el mal estaba hecho y no había marcha atrás.
Como tampoco la habría para la marcha de Alex que, terminado el concierto, nos comunicó que abandona el grupo. Una marcha, no por temida y esperada menos lamentada pues los años compartidos con este excelente flautista han sido de los mejores del grupo. Casi con lágrimas en los ojos nos abrazamos y deseamos felicidad en los nuevos proyectos.
En su caso ya en marcha, pues seguirá soplando para los compañeros de No Reply. En nuestro caso por venir, pues nos embarcamos en la ardua tarea de encontrar sustituto mientras preparamos los temas del nuevo repertorio que empezaremos a rodar a la vuelta del verano con energías renovadas.
Si quieres ver más fotos pincha en la imagen de abajo.

sábado, mayo 27, 2006

Club Literario Amargord. Lavapiés (Madrid)

El Oficio del Poeta.
Nunca se debe suspender un concierto. “¿El 27 de mayo? ¡Uy!, imposible, no puedo”. Aunque falte uno de los solistas, quedan cinco componentes más en el grupo y no se debe suspender un concierto. “El 27… es sábado ¿verdad? Olvidé deciros que tengo un compromiso inaplazable para ese día ¿no puede cambiarse?”. ¿Aunque falte también el pianista no debe suspenderse nunca un concierto? No, nunca. El compromiso se había adquirido y no se debía fallar. La programación de la sala se había cerrado y el cartel publicado. Además, aún quedaban tres semanas para pensar una solución. Todo menos suspender el concierto.
El solista restante, muy decidido, nos animó: yo puedo hacerme cargo de las dos partes, además, conozco a un pianista muy bueno que no tendrá inconveniente en tocar no nosotros ese día. Lo que ocultó en ese momento (cierto, porque aún no lo sabía) es que tendría que irse de la ciudad durante tiempo indefinido y no podría acudir a los ensayos.
Total, que nos encontramos, a dos semanas de la fecha prevista para la actuación, con un solista menos, con otro que no puede acudir a los ensayos y con un pianista suplente que no se conoce los temas ni nos ha escuchado nunca. ¿Podría empeorar la situación? Por supuesto: la cantante se rompe una costilla y no puede cantar. Pero nunca se debe suspender un concierto. (…¿seguro?...).
Localizamos a Juan Carlos, el pianista que debería ocupar el lugar del ausente. Desde el primer momento muestra una excelente disposición aunque advierte de sus pocas horas disponibles para los ensayos. Le enviamos emepetreseados los temas que tiene que tocar para que, al menos, sepa de qué va el asunto. Las partituras en nuestro primer encuentro.
No hay problema es su frase favorita. Esto nos encanta, va con la filosofía del grupo. No hay problema repite cuando tropieza con los extraños arreglos (¿o estropicios?) que hacemos a los temas. No hay problema. Pues si él no tiene problema, nosotros menos.
Los escasos momentos disponibles para ensayar se alargan hasta horas intempestivas, cuando las corcheas pesan más que el hambre y el sueño y aquello no termina de sonar como nos gustaría. No hay que ocultar que estábamos preocupados, nos gusta ofrecer lo máximo en cada actuación y no lo veíamos muy claro a pesar de que Juan Carlos insistiera: No hay problema.
La noche del veintiséis de mayo, al finalizar el ensayo, nadie dijo nada pero una sombra nos pesaba a todos. No era el miedo al ridículo sino el temor a fallar a quienes habían confiado en nosotros contratándonos.
La cantante, aún no recuperada plenamente de su lesión, se encontraba con las fuerzas suficientes para actuar por lo que se presentó en el local con su habitual pesimismo y el batería casi dos horas antes de que lo abrieran, tiempo suficiente para que sus nervios se agudizaran y que la enumeración de posibles catástrofes previas o simultáneas al concierto superase a la lista de la compra de una familia numerosa.
A pesar de la puntualidad en la llegada a la sala, como de costumbre, nos pilló el toro con la prueba de sonido y cuando terminamos apenas quedó tiempo suficiente para cumplir con el rito de embutirnos, como cada vez que tocamos en Lavapiés, los interminables bocadillos y las monstruosas (y riquísimas) croquetas que preparan en el tradicional Melos. La hora prevista para el comienzo llegó y aún no nos habían servido parte de la comida. Más aún tardaron en darnos la cuenta por lo que salimos escopetados con los dedos chorreando de queso de Arzúa derretido.
Inútil prisa porque los pocos clientes, acostumbrados a los habituales retrasos en este tipo de actos, esperaban calmados nuestra llegada.
Cuando sonaron los primeros compases y las primeras palabras de César, todos los temores se disiparon. Aquello sonaba de maravilla. Lo mismo pensaron los asistentes y algunos que pasaban por la calle y que al escucharnos se animaron a entrar en el local. ¿Qué si hubo fallos? Por supuesto, ¿cuándo no los hay? Pero logramos que pasaran inadvertidos y si alguno destacó más logramos encubrirlo con algún solo deslumbrante. Y no es porque yo lo diga sino porque las expresiones de satisfacción se reflejaban en los espectadores. Juan Carlos demostró que, efectivamente, no había problema ni motivo para preocuparse. No sólo nos convenció de ello sino que se metió a todo el público en el bolsillo con sus inagotables solos.
Al final, el público entusiasmado pedía otra y otra más. No se daban cuenta que la historia que les habíamos contado de que acabábamos de conocer al pianista y no nos había dado tiempo para preparar más temas era cierta. Pero tampoco queríamos defraudar al respetable así que, agotado todo el repertorio, decidimos tirarnos a la piscina y atrevernos con una improvisación. Y puestos a atrevimientos ¿por qué no invitar al escenario a nuestra gran amiga, excelente cantante y público fiel, Yolanda? No nos creían cuando lo decíamos pero era la primera vez que todos los que estábamos sobre el escenario tocábamos juntos How hight the moon. Incluso a Jero, el bajista, le había pasado la partitura Juan Carlos treinta segundos antes. Pero nos lanzamos y el resultado dejó boquiabiertos incluso a los músicos que nos deshicimos en abrazos y felicitaciones.
Creo que el público lo pasó bien porque incluso más de uno nos preguntó que si teníamos discos grabados (a este paso habrá que pensarlo) pero no creo que disfrutaran tanto como nosotros mismos.
Lástima que la caja no sonara tan bien como los instrumentos y por eso, llegado el momento de cobrar, sólo recibimos disculpas pero hay alegrías que no se pagan con dinero por eso siempre volveremos a Amargord.
Jazz Lemon y César Gómez. El oficio del poeta. Sala Amargord, c/ Torrecilla del Leal, 32. Lavapiés, Madrid. 27 de mayo de 2006. 21:30h. El oficio del poeta.
Satin doll. Los Celestiales. My Heart belongs to daddy. Pasa y sigue. Misty. La poesía es un arma cargada de futuro. Autumn leaves. Take five. Para un esteta. Afro blue. El payaso. La fiebre de la pantera. Qué lástima. Lágrimas negras. Blue Bossa. All of me. How hight the moon

sábado, mayo 06, 2006

Homenaje a Juan Ramón Jiménez

Es una alegría ver ocupadas todas las butacasCentro Cultural Los Castillos. Alcorcón (Madrid).
En Alcorcón nos encontramos como en casa. Los más curiosos pueden encontrar en esta misma página el número de veces que hemos tocado allí. Yo ni me acuerdo. Eso, al tiempo que una tranquilidad es una gran responsabilidad por no querer defraudar a un público fiel que en todas las convocatorias abarrota el teatro.
En esta ocasión nos reclamó la Universidad Popular de Alcorcón. Durante el 2006 se celebra el aniversario de Juan Ramón Jiménez y por estos días nosotros estamos rodando el espectáculo "Alma y viento del sur" en el que, aparte de otros poetas andaluces, recitamos al poeta onubense. El asunto, pues, pintaba bien a pesar de que justo en esos días se celebraba en la misma localidad el Festival de Jazz y que a la misma hora en un teatro no muy lejano Angelo Branduardi. Nuestros públicos son diferentes, sí, pero asusta un poco competir de esa manera con los grandes y, entre la tarde primaveral que se presentó, la hora temprana y la competencia, pensamos que tocaríamos para las butacas vacías. Como puede apreciarse en la foto de arriba, nos equivocamos.
Laura y Fernando concentradosAunque llegamos con tiempo de sobra, al final siempre nos pilla el toro. La gente se impacientaba por entrar y aún no habíamos probado sonido. También nosotros nos impacientábamos porque queríamos empezar pero el técnico de la sala, aunque con muy buenas intenciones, le faltaba algo de maña, lo que nos ocasionó algún que otro problemilla. No sólo con el sonido sino también con las luces pues según nos contaron después no se nos vio muy bien.
Quizá por esos problemillas de sonido algunos del grupo se sintieron algo incómodos y ese malestar repercutió en la interpretación. Sin embargo el público acogió con entusiasmo tanto las melodías como los recitados y sus aplausos contribuyeron a que olvidasemos el malestar técnico.
Una de las pocas fotos en que se puede ver a todo el grupo junto
Como viene siendo habitual el concierto terminó con el público muy animado coreando la melodía de nuestros clásicos y moviditos bises. Había que celebrarlo, así que marchamos a un bar cercano. Allí hablamos, bebimos y Alex se comió todos los platos de patatas que le pasaron por delante (no sé qué ha visto este chico en las patatas de Alcorcón que siempre que vamos allí las devora) pero, no contentos con eso y viendo que en el mismo recinto festejaban otros acontecimientos, los más animados del grupo decidimos unirnos a su fiesta y terminamos la noche bailando un minué tremendamente divertido con los payasos de la sala.
Satin Doll. Nacía gris la luna. Platero. Días de vino y rosas. Adolescencia. Mis ojos acariciaron. My favourite things. El viento y el alma. La clase. Afro blue. A José María Palacio. Andalucía. Four. Romance de la luna, luna. Waterlemon Jazz. Gatos, gatos y gatos. Balada de la bicicleta con alas. My heart belongs to daddy. Primer día de vacaciones. La fiebre de la pantera. Mon frére. Y nos dieron las diez. Lágrimas negras. Bises: All of me. Straight no chasser
Si quieres ver más fotos,
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martes, mayo 02, 2006

II Festival Intercultural. Rivas Vaciamadrid

Junto a Bouba Car Fall (Senegal),Lenuta Purja (Rumanía) y Said y Mohamed (Marruecos).
Éramos siete sobre el escenario y no teníamos recitador ni "quinto Beatle" aunque este artista "no invitado" soplaba con más dedicación y empeño que cualquiera de ellos. Un indeseable viento comenzó a bufar dos horas antes de que nos tocase subir al escenario; el cielo, azul hasta la hora del montaje, se cubrió de negras nubes amenazantes y las lonas del fondo del escenario se henchieron como el velamen de un bergantín zozobrando por la marejada. La animada fiesta continuaba a pesar del imprevisto y, si todos los demás subían a cantar nosotros no seríamos menos. Mirábamos al cielo y a los artistas sobre el escenario alternativamente. Bouba con su cora y sus tambores levantaron al público que aún mostraba ganas de divertirse. No ocurrió lo mismo con los sonidos de Transilvania que trajo Lenuta, quizá no del todo apropiados para el lugar y el momento, por lo que la gente que abarrotaba la esplanada comenzó a desaparecer empujada por el empeoramiento del tiempo y el disgusto por su música. Los que quedaron parecían cansados y fríos y después nos tocaba subir a nostros sin saber siquiera si amainaría o llegaría a caer agua.
Una duda inquietante porque había olvidado decir que el concierto se desarrollaba al aire libre. No es un matiz baladí porque desde arriba se ve todo muy diferente y, lo que es más importante: suena todo muy diferente. Máxime si no se ha probado sonido.
Dicen (y si no lo dicen lo digo yo) que el batería es el mejor amigo del técnico de sonido (En realidad el dicho dice que el batería es el mejor amigo del músico...) porque siempre llega el primero y se va el último y en ese tiempo se presentan muchas ocasiones de charlar con él. Quizá porque nos hicimos amiguetes no pueda hablar mal de los técnicos de la empresa Sol que, me consta, hicieron lo imposible para que aquello sonase bien a pesar de las pésimas condiciones. Incluso lograron ecualizarnos sobre la marcha, como digo, sin prueba previa y consiguieron que nos oyésemos dentro y que la gente escuchase fuera (bastante bien, a juzgar por la respuesta del público).
Esta noche, además, presentamos otra novedad cuyo resultado nos intrigaba: una introducción grabada con la voz de César Gómez sobre la música de Alfred Hitchcock y Jeff Alexander "Music to Be Murdered By" (la de la serie de televisión) . Expermiento exitoso pues logramos el efecto deseado: llamar la atención del respetable y provocar su expectación previa a los primeros compases de batería.
A pesar de todos los pesares que siempre pesan en cada actuación y en esta pesaron mucho, creo que el balance resultó positivo. Arriba disfrutamos y abajo también. Esta opinión no es que me la invente o la imagine a raíz de la respuesta de los asistentes. No. Es que una vez terminado el repertorio sucedieron varios detalles que así lo demuestran:
Mientras aún sonaba la reverberación del golpe final, dos chicas se acercaron por detrás del escenario a solicitar una canción (como en el programa radiofónico aquel de "peticiones del oyente") y, de paso felicitarnos efusivamente por el concierto;
Cuando nos mezclamos entre el público, tres que lo habían disfrutado desde la primera a la última canción, se me acercaron para preguntar cuándo y dónde volvíamos a tocar;
Otro de los asistentes nos contrató para un bolo más (que ya comunicaremos convenientemente).
Los técnicos nos felicitaron personalmente con apretón de manos inlucido. (opinión que valoro mucho porque están acostumbrados a escuchar cientos de grupos). Lo mismo se puede decir de quienes nos habían requerido para este interesante festival.
Total que regresamos a casa con la cabeza bien alta aunque... para ser más exactos, no volvimos a casa; quien esto suscribe y el flautista, como consumimos mucha energía en los conciertos y aún estamos en edad de crecer, necesitábamos ingerir algo sólido, así que marchamos a un bar cercano a regar un tentempíé con la penúltima. Cual no sería nuestra sorpresa al comprobar que el propietario del local nos había reconocido en las fotos de una entrevista publicada en una revista local. Nos solicitó autógrafos y aseguró que colgaría la página en una pared del bar. Ya imagino como se sienten los famosos...
Hubiésemos seguido charlando con ellos y, a poca insistencia, seguro que habríamos terminado sacando la flauta y el cajón y tocando allí hasta la madrugada. Pero no sólo esperaba esta crónica, sino el regreso al mundo real.

SATIN DOLL. A NIGHT IN TUNISIA. WATERLEMON JAZZ. AFRO BLUE. THERE WILL NEVER BE ANOTHER YOU. MY HEART BELONGS TO DADDY. CHAIN OF FOOLS. ALL OF ME

viernes, abril 28, 2006

Sala Ítaca (Madrid)

Alma y viento del sur.
Hasta prensa nacional. Estamos que no nos lo creemos. La repercusión de este concierto fue tal que apareció hasta un recuadro en el suplemento de ocio (Metrópoli) de El Mundo, por no hablar de las referencias en Internet o la mega entrevista de tres páginas más portada que nos publicaron en una revista local. Es la primavera Lemon y nosotros, a tocar. Por eso mismo teníamos muchas esperanzas puestas en la actuación de la Sala Ítaca. Por eso y porque quienes la llevan son gente muy agradable, sencilla y profesional que le gusta programar con mimo.
Que el espacio es acogedor lo sabíamos desde que acudimos a representaciones anteriores pero una cosa es ver los toros desde la barrera y otra muy distinta desde el ruedo. Aunque en este caso, el ruedo resultara un campo de amapolas.
Teníamos miedo, todo hay que decirlo, porque se había establecido un precio de entrada de diez euros. Esta era la primera vez que cobrábamos tanto dinero por entrar a vernos y, francamente, esperábamos a tres gatos y a nuestra querida grupie. Sin embargo se vendieron entradas. No las suficientes para llenar la sala, hay que decirlo, pero sí las necesarias para no sentirnos solos en escena.
Desde los primeros compases el público acogió con entusiasmo la música por lo que le devolvimos el calor con más empeño y cariño. No sé durante cuanto tiempo tocamos pero sí sé que a mí me parecieron casi segundos.
Un espectador asiduo nos dijo que habíamos tocado como nunca de bien. Si él lo dice no se lo vamos a negar pero es que, además, así lo sentimos.
Pidieron otra y otra más, aplaudiendo y gritando, como a mí me gusta, para que nos enteremos. Y como no podíamos defraudar a un auditorio entregado, tocamos, al menos media horita más. Confieso que no quería bajarme del escenario pero cuando encienden las luces de sala te cortan todo el rollo. Es como si algien dijera: Eh! qué la realidad está ahí fuera.."
Pero fuera sólo encontramos un puñado de amigos que querían brindar con nosotros por el éxito y, como un buen músico no debe defraudar ni dentro ni fuera del escenario, bebimos con ellos hasta que en las calles sólo se escuchaba el eco titubeante de tres musicantes ebrios.

Satin Doll. Nacía gris la luna. La clase. Autumn Leaves. El viento y el agua. Donde habite el olvido. Misty. Adelfos. Canto a Andalucía. Nature boy. A José Mª Palacio. El crimen fue en Granada. Four. Romance de luna, luna. Afro blue. Gatos, gatos y gatos. Balada de la bicicleta. My heart belongs to daddy. Primer día de vacaciones. Pink Fever. Mon Frere. Contigo. Lágrimas negras. Bises

sábado, abril 01, 2006

Club Literario Amargord. Lavapiés (Madrid)

El oficio del Poeta


Nos sacamos la espinita del día anterior y solucionamos muchas dudas que se nos habían planteado. Presentábamos un nuevo espectáculo que giraba en torno a la poesía dentro de la poesía y tenía como novedad importante la participación de César Gómez como recitador y la eliminación de pausas y discursos entre músicas y poemas. Temíamos que los textos elegidos, de gran calidad y fuerza, resultaran largos y densos o que el montaje musical no fuese el adecuado. Pero la acogida del público nos demostró que vamos por buen camino.
Teníamos que competir con un popular partido de fútbol pero diez minutos antes del comienzo llegaron un par de personas que no conocíamos de nada con una Guía del Ocio bajo el brazo preguntando si ahí iba a tocar Jazz Lemon esa noche. Ese detalle nos sorprendió casi tanto como la fantástica acogida por parte de Marcela y Dani, responsables de este acogedor club que nos trataron desde el primer momento como si estuviésemos en nuestra casa.
Ya habíamos olvidado lo sucedido el día anterior y estábamos contentos. Sabíamos que saldría bien incluso antes de empezar porque aquella sala y estas personas nos transmitían buenas vibraciones.
A pesar de la escasa asistencia a la hora anunciada para el comienzo, sólo nos retrasamos unos diez minutos por respeto a los que ya esperaban pero al poco rato el local comenzó a llenarse de gente que pasaba por la calle, veían lo que sucedía dentro y les atraía hasta tal punto que cuando terminamos no cabía en la sala un alma. Todos atentos tanto a la música como a los poemas. Tanto les gustó que cuando finalizamos lo escrito en el guión, todos se quedaron con ganas de más y empezaron a corear el "otra, otra" que tanto tiempo llevaba sin escucahar, no sólo en nuestros conciertos sino en los de músicos consagrados (parece que esa expresión es vulgar y ahora la gente se dedica a silbar y gritar o simplemente esperar a que el artista cumpla con el ritual establecido de volver a salir en vez de pedir directamente lo que desean).

Es cierto que nada de lo que sucedió a partir de este momento estaba preparado. No sabíamos si comenzar con un poema (no preparado) o directamente con más música para que el público reanudase el baile que les salió de los pies con nuestros últimos compases. Casi sin pensarlo marqué la entrada del All of me y todos me siguieron con el mismo entusiasmo con que yo la había iniciado (Perdón Laura por hacerte cantar a esa velocidad). El recital de poesía y música acababa de convertirse en una fiesta. Al terminar y sin que nadie (ni los músicos) lo esperase, César se subió a la tarima y comenzó un diverdisímo relato que gustó tanto a los que estaban abajo como a los que lo escuchábamos (por primera vez) desde arriba.
Mientras el público se desternillaba, los músicos, por señas, decidimos el siguiente tema y la manera de comenzarlo para poder encadenarlo con el cuento.
Con la última nota del último compás de la coda del último tema, mientras el local se venía abajo con los aplausos y ovaciones del público, el sombrero que había protegido la cabeza del batería durante todo el número, se caía por sí solo sobre el timbal como queriendo agradecer a los asistentes semejante fervor.
Terminamos contentos, sin duda por la acogida y el éxito pero más por desquitarnos del fracaso del día anterior y, sobre todo, por constatar que la idea del nuevo montaje por el que estamos apostando, funciona. Seguiremos trabajando en esa línea.

Jazz Lemon y César Gómez. El oficio del poeta. Sala Amargord, c/ Torrecilla del Leal, 32. Lavapiés, Madrid. 1 de abril de 2006. 21:30h.
El oficio del poeta. Satin doll. Los Celestiales. My Heart belongs to daddy. Pasa y sigue. Misty. Four. La poesía es un arma cargada de futuro. Autumn leaves. Para un esteta. Afro blue. El payaso. La fiebre de la pantera. Qué lástima. Lágrimas negras.

viernes, marzo 31, 2006

Casa de la Juventud. Rivas Vaciamadrid

Fiesta republicana. Jóvenes de IU Rivas
Tenía que pasar. Tarde o temprano tenía que pasar y sucedió este viernes. Como un niño mimado estábamos acostumbrados a que el público nos regalase los oídos con aplausos y ovaciones sentidas y prestase siempre la máxima atención hacia nuestro espectáculo desde la primera palabra, hasta el último compás. Por eso no supimos asimilar que la gente que asistió al acto en el que participábamos prestara más atención a la charla con el vecino que a la escucha de las palabras de los poetas que tratábamos de transmitir.
Cometimos varios errores. El primero aceptar interpretar poesía en una sala en la que dominaba una barra de bar, donde los asientos para el público escaseaban y donde una puerta abierta invitaba a la gente a salir y entrar constantemente. El segundo, no explicar a los asistentes que iban a ver un espectáculo con poesía y que para ello se requería algo de intención y atención. Pero quizá el más grave fue la incapacidad para reconducir la situación, mandando incluso callar el griterío o invitando amablemente a abandonar la sala a todos aquellos a los que no les interesase.
A partir de ese momento el círculo vicioso comenzó a girar: como la gente no paraba de hablar, perdimos la concentración y las ganas, sin ilusión, el público se distraía más y nos desconcentrábamos más aún, cometiendo errores en la interpretación lo que ocasionaba una mayor desconexión por parte del público.
Sin duda esta es la percepción de quienes estuvimos sobre el escenario. Quizá exagere porque al finalizar recibimos felicitaciones (suponemos que sinceras), tanto de los organizadores como de algunos asistentes pero esa noche volvimos a casa con un pésimo sabor de boca.

lunes, marzo 20, 2006

Próximo concierto


1 de abril. 21:00 h
Amargord, c/ Torrecilla del Leal, 32. Madrid.
El Oficio del Poeta, con César Gómez
Entrada libre

sábado, febrero 18, 2006

Centro Cultural Pilar Miró. Vallecas (Madrid)

El batería, el flautista y el pianista posan para la foto en el camerino momentos antes del concierto... espera... ¡se han movido!Alma y Viento del Sur.
Homenaje a los Poetas Andaluces
Me gusta tocar en teatros grandes. Disponen de todos los medios posibles: buenos técnicos, buen sonido, cómodas butacas para el público incluso camerinos con duchas. Pero tienen un inconveniente, en vez de las caras de los espectadores sólo se ve una sombra infinita que, con suerte, aplaude y a veces guarda un misterioso silencio.
Jero afina la guitarra mientras ajustan la iluminación para Pachón
Así era el recinto de este concierto: un agradable teatro que entregaba ovaciones ciegas. Supongo que no fuiste a vernos pero si lo hiciste, lo más seguro es que no te distinguiera porque sólo distinguía unas figuras en penumbra en la primera fila. Esto, como puedes suponer, nos afectó pues no es lo mismo tocar para personas con rostro y expresión que para un agujero negro. Sobre todo al principio, hasta que entramos en calor.
Resultó un concierto irregular. Mientras algunos de nosotros bordaron su interpretación (especialmente vientos y voz) otros no terminábamos de atinar con la nota o el tiempo oportuno. Parecía que estábamos despistados y, en verdad, a algunos nos sobraban motivos para el despiste aunque no venga al caso enumerarlos en esta página. Sin embargo, disfrutamos como en pocas actuaciones porque cada error o cada olvido lo tomábamos a broma en vez de indignarnos y las salidas de guión de Celedonio nos provacaban casi más risa que enojo.
En uno de los temas Jero, el bajista, tiene que abandonar su instrumento habitual para tocar la armónica que suele guardar en la parte posterior del taburete. Pues bien, este día, sin mirar, se echó las manos a la espalda y agarró el afinador. Todos nosotros estábamos viendo como se lo llevaba a la boca y esperábamos entre carcajadas contenidas que se diera cuenta pero no se percató hasta casi rozarlo con los labios. Cuando advirtió el error, él mismo se unió a las risas contenidas y empezó a buscar la armónica mientras el tema seguía corriendo. Al encontrarla y ponerse a soplar, no sonaba el micrófono. Y el tema corriendo. Tras muchos vaivenes, todo se solucionó de la mejor manera y, a pesar de los apuros, nos reímos de la anécdota.
Y es que la armónica estaba gafada ese día. Si alguien cree en el destino pensará sin dudar que este sábado no debía sonar tan bello instrumento, porque los contratiempos comenzaron cuando llegamos al teatro a la hora de la prueba de sonido y nos dimos cuenta que la armónica se había quedado en casita. Menos mal que no distaba demasiado, porque veinte minutos antes de la hora prevista para el comienzo Jero tuvo que salir corriendo a por ella.
De estas hubo varias pero nos quedamos con lo bueno: los inspirados solos de viento, la dulzura de la voz o la gran ayuda de los profesionales técnicos de luces y sonido que, para colmo de bienes, nos grabaron en CD la actuación con una calidad suprema y así, mientras escribo esta crónica puedo disfrutar (y sufrir) con lo que interpretamos para la audiencia vallecana.Instrucciones para los técnicos

Satin Doll. Nacía gris la luna. La clase. Autumn Leaves. El viento y el agua. Donde habite el olvido. Misty. Adelfos. Canto a Andalucía. Nature boy. A José Mª Palacio. El crimen fue en Granada. Four. Romance de luna, luna. Afro blue. Gatos, gatos y gatos. Balada de la bicicleta. My heart belongs to daddy. Primer día de vacaciones. Pink Fever. Mon Frere. Contigo. Lágrimas negras. Bises
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viernes, enero 20, 2006

Centro Cultural Federico García Lorca. Rivas Vaciamadrid (Madrid)

Homenaje a Luis Zorrilla, Pepe Iglesias y Sebastián Castillejo
Cualquiera que haya exprimido cada minuto de sus días hasta la última gota, alguien que haya dedicado toda su vida a la lucha por la libertad y los derechos, no puede consentir que reine el silencio en el hueco que deja con su ausencia. Por eso, los familiares y amigos de estos tres históricos luchadores que cerraron sus ojos durante el pasado año pensaron que la mejor manera de rendirles homenaje debía ser la música y la palabra que tanto amaron y nos encargaron la tarea a Jazz Lemon. Difícil tarea que aceptamos con mucho miedo por el cariño a los difuntos y a sus viudas.
Desde el primer momento supimos que no podíamos interpretar nuestro habitual repertorio festivo pero tampoco queríamos convertir el homenaje en un funeral triste cargado de canciones y poemas sentimentales de llanto fácil. Los homenajeados no lo hubiesen querido. Por eso decidimos hacer del concierto un canto a la vida que continua y una celebración por la vida que vivieron los protagonistas de esa noche.
Efectivamente, la elección del repertorio supuso la primera dificultad de esta actuación pero no la única. Jugábamos en casa y para un público muy especial. Lo que a priori podría parecer una ventaja, nos cargaba de responsabilidad y, en cierto modo, nos asustaba. Por si fuera poco, dos días antes, fallece de una terrible enfermedad la que fuera maestra y mentora de nuestro flautista. Y, para colmo, problemas personales de última hora en casi todos los componentes del grupo, ocasionaron que llegásemos con el tiempo justo para probar sonido y, algunos, casi sin haber dormido la noche anterior (no precisamente por estar de fiesta).
Lo delicado del acto, las prisas, la responsabilidad, el dolor... cuando se abrió el telón había más tensión que en una estación eléctrica. Los focos no nos impidieron ver un auditorio repleto hasta la bandera con gente de pie en los pasillos.
Las voz de Celedonio Macías dio paso a la música y, desde ese momento, tratamos de concentrarnos en lo que teníamos entre manos olvidando todo lo malo. No se nos ocurrió mejor tema para romper el hielo que "There will never be another you", en clara alusión a todos los ausentes.
El buen trabajo de los técnicos y la calurosa acogida del público fue templando los nervios que terminó de calmar el descanso para los discursos pues, más o menos a mitad de la actuación, dos representantes de las organizaciones convocantes tomaron la palabra para realizar una semblanza de los homenajeados. Aunque antes no cometiésemos grandes errores dignos de mención (siempre se mete la pata más de lo deseado), me atrevería a asegurar que después resultó aún mejor; incluso el gran estreno de la temporada: My heart belongs to daddy en el que decidimos incluir un atrevido solo de piano y armónica a ritmo de tango.
Creo que el punto culminante podría situarse en la sentida dedicatoria que Alex ofreció a su querida profesora; no sólo los asistentes sino los propios músicos fuimos incapaces de contener las lágrimas hasta tal punto que la cantante entonó los primeros compases de Misty con el cuajo en la voz. Quizá por eso logró una de sus más brillantes interpretaciones de ese bellísimo tema.
La ovación final del público que abarrotaba la sala nos certificó que el trabajo realizado había merecido la pena: el concierto gustó, convenció y emocionó aunque algunos de nosotros salimos del escenario con un sabor agridulce.


There will never be another you (Gordoy). Números comparados (Gloria Fuertes). El caballito (Jairo Aníbal Niño). Days of wine and roses (Henry Mancini). Que se nos va la Pascua mozas (Luis de Góngora). Take Five (Paul Desmond y Dave Brubeck). Vida (José Hierro). Sé todos los cuentos (León Felipe). A night in Tunizia (Dizzy Gillespie). En el meeting de la humanidad (Jacinto Benavente). A veces en Octubre es lo que pasa (Ángel González). Beautiful Love (Victor Young). Proverbios y cantares (Antonio Machado). Andalucía (Manuel Machado). Nature Boy (Eden Ahbez). El dios abandona a Antonio (Konstandinos Petros Kavafis). Explico algunas cosas (Pablo Neruda). My heart belongs to daddy (Cole Porter). Adolescencia (Juan Ramón Jiménez). Canción nº 8 (Rafael Alberti). Misty (Errol Garner). Aceituneros (Miguel Hernández). Lágrimas negras (Miguel Matamoros)

lunes, enero 16, 2006