sábado, diciembre 10, 2005

Café El Despertar. Madrid


Teníamos que tocar en El Despertar: un local legendario en Madrid de música en directo. Quizá la fecha -un fin de semana de mega puente- no fuera la más apropiada pero, aunque la actuación estaba prevista para enero, nos llamó Juan, el barbudo propietario de este café añejo, para adelantarla y procuramos no negarnos a ninguna propuesta de actuación. Aunque algunas como esta, casi nos ocasionan más gastos que beneficios. Ya se sabe, los bares pagan poco, a veces incluso muy poco y aunque no estamos en esto de la música por dinero, el local de ensayo hay que pagarlo todos los meses por no hablar de otros gastos, que no es este el capítulo de las lamentaciones.
El caso es que decidimos tocar en El Despertar el fin de semana del puente más largo del año cobrando casi para cubrir gastos incluso después de que horas antes leyéramos en la Guía del Ocio que a los asistentes se les cobraría un suplemento de actuación por la copa. Sí, íbamos un poco quemaditos pero creo que todos los malos rollos se olvidaron en cuanto cruzamos la puerta de madera y entramos en el recoleto teatrillo donde se celebran las actuaciones.
La sala, con capacidad para menos de treinta personas, cubría sus paredes con fotografías de legendarios músicos del jazz madrileño que habían colado sus notas entre las mesas de mármol y hierro forjado. En el pequeño escenario difícilmente cabía la batería y el piano pero olía a música hasta en la última esquina y eso nos animó. También nos hizo mucha gracia el cartel que los del local habían impreso en el que el nombre de nuestro grupo figuraba seguido de "sextet" como si formase parte del mismo. Evidentemente somos seis pero nunca nos habíamos definido a nosotros mismos como sexteto y mucho menos quitándole la última vocal. Puestos quitar letras, se nos ocurrió quitar también las tres siguientes y quedarnos en Jazz Lemon Sex pero la idea no le pareció muy bien a nuestra cantante. No sé por qué.
Jugamos al Tetris con los instrumentos hasta que conseguimos acoplarnos en el espacio disponible, batallamos con el veterano equipo de sonido y marchamos a cenar antes de la hora de comienzo.
Las cenas previas a los conciertos ya se están convirtiendo en un clásico ineludible para el grupo y cuando tocamos en Lavapiés ya tenemos el destino elegido: una zapatilla de
Melos alimenta incluso a estómagos tan voraces como el de nuestro flautista y sus deliciosas croquetas logran inspirar los solos más audaces. Lo difícil es entrar y pedir pero si eso se logra ya está resuelta media noche. Terminamos acelerados, casi con el tiempo justo de comenzar la actuación pero cuando llegamos al Café aún permanecía casi vacío. Eso vació también nuestro animo pero en vez de amilanarnos decidimos tocar como en casa, relajados y a gusto.
Dos días y dos pases por día, o sea, un concierto dividido en cuatro. Se nos hacía raro. Sobre todo cuando llegó el momento del primer descanso. ¿Cómo íbamos a parar poco después de empezar, cuando empezábamos a calentar? Eso nos habían pedido, así que cumplimos. Un pequeño descanso y después otro fragmento mucho más animado que el primero con el que enganchamos al escaso público. No sólo a los amigos sino a dos chiquitas que estaban sentadas al fondo, a una pareja sentada en primera fila que no se levantaron de la mesa hasta que no dimos el batacazo final. Lo que no sabemos bien es qué hicieron los otros clientes desperdigados por el café y es que, un micrófono de ambiente y una cámara fija captaban todo lo sucedido en el mini escenario y lo repartían por todo el local de tal manera que pudiera vernos mucha más gente de la que nosotros veíamos.
Lo mejor de todo, al menos para el que esto escribe, es que al día siguiente tocábamos en el mismo lugar por lo que por una vez no tenía que desmontar la batería ni volver a montarla al día siguiente. No saben los lectores que no toquen la batería el alivio que eso supone.
Esa misma circunstancia permitió que el sábado pudiéramos llegar ya cenaditos y con el tiempo justo para tocar. Al menos eso pensábamos porque a la hora anunciada no había casi nadie sentado y esperamos más de media hora a que llegaran más clientes.
Como el día anterior se nos había hecho muy corta la actuación decidimos incluir dos temas más al repertorio y un broche final de lujo con la participación de La Voz de nuestra amiga, Yolanda Alonso -algo así como "El quinto Beatle" en versión Lemon- en el festivo All of me. Algo de confianza habíamos adquirido, también mayor conocimiento de la sala y por eso tocamos y sonamos mejor que el viernes. Metimos gambazas, como siempre, y alguna gorda pero es que aún seguimos aprendiendo y esperamos que por muchos años. Sin embargo todos los asistentes pasaron un buen rato que, en definitiva, es lo que pretendemos.

viernes, noviembre 18, 2005

Café Teatro Pícaro. Toledo

Teníamos hasta mesa reservada para nuestros invitados Festival Internacional de Jazz de Toledo
Increíble. Nos llaman desde Toledo para invitarnos a participar en el VIII Festival Internacional de Jazz . "¡Eh! ¡qué somos Jazz Lemon! ¿No os habéis equivocado?" Nos dieron ganas de contestar. Y no es que uno se menosprecie pero en el mismo programa aparecían figuras de la talla de Randy Weston, Pedro Iturralde, Los niños de Candeal, Paloma Berganza o Dead Capo. Y nosotros, aunque muy orgullosos de nuestro trabajo, somos conscientes de la posición que ocupamos en el escalafón del panorama musical. "¡Qué no, qué no tenemos enchufe!" teníamos que repetir incesantes a algún amigo jazzero incrédulo. "¡Qué no conocemos a nadie allí! sólo han escuchado la maqueta que les mandamos, les ha gustado y quieren que toquemos". Como tampoco nosotros nos lo creíamos mucho, recordamos a los organizadores que nuestro jazz es muy especial, que no tiene nada que ver con lo que se toca habitualmente bajo esa etiqueta a lo que nos contestaron que precisamente por eso nos habían escogido.
Ya confirmada la noticia tratamos de intensificar los ensayos pero parecía que el gato negro de las cuerdas de guitarra se nos había atravesado a la puerta del local de ensayo porque cuando no enfermaba uno a otro le abrían el coche o surgía una cita ineludible e inaplazable para un tercero y si, rara vez, coincidíamos todos, la concentración se escapaba corriendo escaleras arriba y resultaba un ensayo caótico.
Así pasaban los días acercándose peligrosamente el día del concierto. Cuatro días antes, Laura, nuestra cantante, aparece con un ligero catarro. "No os preocupéis -nos dice- hoy no puedo cantar pero el viernes estaré bien". Pero llegó el miércoles y no mejoraba.
El jueves por la mañana suena el teléfono. Se escucha un susurro al otro lado que dice: no puedo cantar. Al que escribe esto se le cae el teléfono a los pies, el color de la cara se confunde con la pared y la voz se va a jugar a las películas con la de la cantante. Suspender, nunca. Es lo primero que se me ocurre pero... ¿Cómo suplirla? ¿Improvisar un repertorio de instrumentales? Tal vez pero... ¿Cómo renunciar a esa curiosa versión del Lágrimas negras o cómo prescindir del bellísimo Misty? No, no podemos actuar sin voz. ¿Entonces? Entonces recordamos a nuestra buena amiga, fantá
Minutos antes del concierto Alex repasa con Yolanda los últimos detalles. Alfondo la pantalla gigante en la que se proyectó el concierto.stica cantante y mejor persona Yolanda Alonso, a la sazón, profesora de canto de nuestra Laura. La llamamos. Acepta pero... es jueves, el concierto es al día siguiente y no se sabe los temas... hay que organizar un ensayo inmediatamente. De pronto el teléfono registra más actividad que un volcán cabreado. Llamadas que van y vienen. Horas de la agenda que se tachan por imposibilidad de unos u otros y el tiempo que pasa. Imposible. No se puede ensayar, hay que pensar otra solución. Entonces, Alex, el flautista, decide que quedará él con las dos cantantes para tocar al piano los temas y explicarle cómo van ¡con tan sólo un par de horas de anticipación! Sea. Cualquier opción ha de ser mejor a la suspensión. Supongo.
El presupuesto del grupo no da para furgoneta así que para transportar todos los bártulos tenemos que llevar tres coches. Se pone en marcha la caravana que nos conduce a Toledo y llegamos a la puerta de Bisagra, punto en el que habíamos quedado con los organizadores para que nos recogieran y que debe ser algo así como El Oso y el Madroño en Madrid. Por si alguien no conoce Toledo, le recuerdo que está situado en lo alto de una colina, ceñido por un profundo meandro del río Tajo. Por ello, no queda mucho lugar para las avenidas en el casco histórico, en cuyo bellísimo centro se encuentra el Café en el que vamos a tocar. El encargado de la sala, que viene a buscarnos en moto, se mueve con facilidad por sus empinadas y empedradas calles pero me di cuenta cómo se encogían nuestros coches cargados con tambores y amplificadores al doblar las esquinasy y como suspiraban aliviados al salvar los obstáculos y más aún al llegar a la puerta de la sala.
Vista de la sala desde la Torre de Control
Desde este momento, en realidad creo que desde que entramos en Toledo, fuimos tratados por los organizadores como nunca nos han tratado en ningún otro lugar. Aunque in situ no nos cansamos de darles las gracias, aprovecho una vez más para agradecer el trato recibido. Nos ayudaron a descargar y cargar los instrumentos, nos ayudaron y acompañaron a aparcar los coches, nos proporcionaron camerinos con barra libre y aperitivos, nos pagaron más de lo acordado y encima nos dieron las gracias. Y seguro que se me olvida algo más. Tres hurras por todo el personal del Pícaro Café Teatro de Toledo, cita obligada en cualquier visita a la ciudad del Tajo porque, además, es un local moderno y muy agradable.
Pero no terminarían aquí las sorpresas. Nos habíamos quedado a la puerta de la sala. Llegamos con los coches, con el tiempo justo para la prueba de sonido y todo el equipo por descargar y montar cuando, aparte del personal del local, nos "asalta" un individuo que dice pertenecer a la SGAE y que necesita que le firmemos el repertorio. Sí, supongo que esto será habitual entre las estrellas pero... ¡eh! ¡qué somos Jazz Lemon! Un grupo de barrio; muy apañaos y muy resultones pero... un grupo de barrio. Lo cierto es que el tipo también parecía muy agradable y simpático. No sé qué pasaba esa noche pero todo el mundo era agradable y simpático con nosotros... Así que le firmamos el repertorio, montamos el equipo, probamos sonido y nos fuimos a cenar.
Por si habían sido pocas las atenciones, la programadora y co-propietaria de la sala nos acompaña -casi de la manita- hasta el mejor bar de la zona para cenar barato y bien.
Los ojos de Jero desorbitados ante la impresionante Bomba del bar El trébol Incluso nos recomienda el plato a pedir. No sólo cenamos de maravilla sino que el batería tuvo ocasión de mejorar las relaciones bilaterales hispano-norteamericanas y practicar su inglés con una bella visitante neoyorquina que, además asistió entusiasmada al concierto. La verdad es que la noche estaba saliendo tan redonda como las "bombas" del Trébol.
Con el estómago lleno, un pequeño paseo por las calles de Toledo para aligerar y de nuevo al Pícaro que
Jero y Pachón paseando por las calles de Toledolo encontramos lleno hasta la bandera. Rapidamente nos cambiamos de ropa y nos sentamos ante los instrumentos.
Llega la hora. La suerte está echada. En los últimos momentos ha entrado más gente. Entre ellos, un fotógrafo de prensa que, aunque se presentó, no logré enterarme ni de su nombre ni, mucho menos, del medio. Así que, si lees este mensaje, por favor, escríbenos para enterarnos donde saldrá publicada una crónica del concierto más objetiva que estas líneas.
Como de costumbre en los últimos conciertos, arrancamos con el clásico chin chinchichín que abre el no menos clásico Satin Doll y a continuación los vientos que invaden cada rincón de la sala. El público se une en una ovación. Empezamos a respirar tranquilos. Sólo falta despejar la incógnita de la voz pero en cuanto Yolanda toma el micrófono, se merienda al respetable. Sólo quienes la han visto actuar o la han oído cantar pueden hacerse una idea clara del poderío de esta mujer.
En la foto sonríe pero menudos lagrimones se le caían a Laura desde la barreraEn honor a la verdad hay que reconocer que en muchos temas sus interpretaciones no estuvieron a la altura de sus cualidades (bastante hizo habiéndose aprendido las canciones unas horas antes) sin embargo se lanzó a improvisar con tal fuerza que a nosotros mismos, que la hemos escuchado en más ocasiones, se nos paró la respiración.
El auditorio se venía abajo. Así fueron sucediendose los temas del repertorio mientras que nuestra querida Laura veía los toros desde la barrera soltando más lagrimones que la lámpara del Teatro Real.
No teníamos ni idea cómo podría reaccionar el público de una ciudad ajena a una música como la nuestra programada dentro de un Festival Internacional de Jazz y de allí no se movió ni un alma. El propio fotógrafo que al principio me dijo que haría fotos durante un par de temas se quedó como la barra del bar hasta que terminó el espectáculo y los bises. Uno de los camareros, mientras servía copas a las mesas del fondo se paraba a bailar cada vez que pasaba ante el escenario y una parejita que
Así se veía parte de la sala desde la bateríaquedaba justo encima de los músicos no dejó de animar hasta que terminamos de recoger los platillos. Si hubiese sido un torero les hubiese dedicado una oreja.
Con los bises uno nunca sabe como actuar y, como ahora parece que "queda feo" pedir otra aunque todo el mundo lo esté deseando, en cuanto acabó el repertorio normal nos levantamos con intención de marcharnos pero fue uno de los socios quien directamente nos pidió que siguiésemos, que al público le había encantado el concierto y tenía más ganas de música así que cumplimos su deseo y seguimos tocando hasta agotar los bises. Sólo entonces la gente comenzó a marcharse del local: habían venido a vernos. Increíble.
Satin Doll. Autumn Leaves. My favourite things. Fiebre rosa. Footprints. A night in Toledo. Take Five. Beautifull Love. Misty. Nature Boy. Waterlemon Jazz Island. Afro Blue. Makinavaja. Lágrimas negras. Bises: All of me. Straight no chasser.

lunes, octubre 31, 2005

Nos vamos a Toledo

El viernes 18 de noviembre, dentro de la programación del Festival de Jazz de Toledo estaremos en el Café Teatro Pícaro (c/Cadenas, 6) a partir de las 23:00 h.

miércoles, junio 29, 2005

Terraza bar Don Lito. Rivas Vaciamadrid

Los músicos no entendemos de formularios, tampoco de administraciones o burocracias. Ni queremos. Pensamos en la música como la manera de transmitir lo que llevamos dentro a quienes nos escuchan y pensamos que lo único que necesitamos es nuestro propio instrumento. Por eso nos pone de mal genio que un funcionario diga que se tiene que cancelar una actuación prevista y anunciada aunque en sus argumentos no le falte razón.
Eso sucedió la misma mañana de la noche que debíamos tocar en Rivas: no entendimos que nos avisaran unas horas antes para desautorizar un concierto y durante toda la mañana quemamos los teléfonos para evitar lo inevitable.
A la hora en que otros se echan la siesta nos dimos por vencidos y comenzamos a avisar de la cancelación. Las respuestas coincidían en el lamento, la desilusión y el apoyo hasta el punto que, cuando llegó la hora prevista para la actuación, la terraza del bar se llenó de amigos que acudieron para saludarnos aunque no tuviésemos canciones que ofrecer. Desde aquí damos las gracias a todos ellos y a los que habían pensado acudir o vinieron con el pensamiento. También tenemos que agradecer a Daniel, propietario del bar que nos había contratado, el esfuerzo realizado para que pudiese llevarse a cabo el concierto y el apoyo al grupo.
Otra de las carácterísticas comunes a los músicos es que necesitamos interpretar como beber y la falta de música nos quema las manos. Por eso, lo que empezó en pena terminó en fiesta y en improvisado concierto acústico: después de las tapas nos armamos con guitarra, percusión, viento y voz y soltamos lo que nos habíamos dejado dentro.
Primero los clientes del bar y los noctámbulos del parque después observaron con asombro y agradecimiento nuestra explosión musical. Al final sólo el cansancio pudo vencernos y regresamos a casa más cerca del amanecer que del ocaso sabiendo que la música sigue uniendo corazones y alegrando espíritus. Ya lo dijo Aute: "Pero, queda la música..."

viernes, junio 24, 2005

Ante la insistente demanda de amigos y vecinos para que Jazz LEMON actúe "en casa", hemos organizado un concierto de despedida de temporada en una terracita del barrio, para que podamos tomarnos juntos unas cervezas, unas patatitas bravas y disfrutar con la música en directo sin pasar calor.

Nos hubiera gustado recibiros en nuestro local de ensayo pero como íbamos a estar un poco apretados hemos escogido un bar muy próximo, en el mismo Zoco Rivas.

Cuando se ponga el sol del próximo miércoles 29 de junio comenzaremos a tocar y terminaremos antes de las doce de la noche pensando en los que madrugan al día siguiente. No hay excusa para faltar. Así que esperamos verte.

En Rivas

Recuerda la cita

Miércoles 29 de junio a partir de las 21:30. Terraza del bar Don Lito. En el Zoco Rivas. Pº de la Chopera, 9. Rivas Vaciamadrid.

sábado, junio 18, 2005

Centro Cultural Los Castillos. Alcorcón. Madrid

Canciones y poemas en un lugar de...
Mientras cerca de un millón de personas se cocían de calor en el madrileño paseo de la Castellana bailando al ritmo de los tambores de Carlinhos Brown, otros cientos de miles reivindicaban no sé qué valores caducos y otros tantos luchaban por el reconocimiento de sus derechos, los Lemon nos peleábamos con la mesa de mezclas y las cámaras de vídeo que nos estaban grabando lo que será nuestra primera maqueta audiovisual unas horas antes de que diera comienzo un nuevo concierto en Los Castillos de Alcorcón.
No es Carlitos Marrón, sino Fernandinho el morenoDebieramos sentirnos como en casa sobre estas tablas donde hasta conocemos al técnico por su nombre de pila y, sin embargo, los focos que nos apuntan y convierten a la platea en un clamoroso foso de almas sin rostro, imponen su ley, templan los nervios y recuerdan al músico que nunca está todo hecho hasta que se da la última nota.
Más de tres horas de grabación dejaron huella en nuestro espíritu. Otra toma, otro tema, otro ángulo... hasta que avisaron que el público debía ocupar las rojas butacas del teatro y se dio por finalizada la sesión. Cosa que agradecimos pues cada nueva toma resultaba peor que la anterior y las ganas de seguir repitiendo habían desaparecido a pesar de la constancia de que el resultado será nuestra tarjeta de presentación para posibles futuras galas.
Por culpa de este cansancio empezamos sin brío, más apagados que una linterna sin pilas.
José imita a lauraTeniendo en cuenta la gran cantidad de convocatorias previstas para este sábado 18 de junio de 2005, si sólo hubiesen entrado veinticinco personas al mismo teatro que otras veces hemos llenado hasta la bandera ya hubiera sido considerado un éxito. Pero esa cifra se multiplicó y la organización contó cerca de doscientos espectadores. El calor de sus aplausos mitigó el de los focos y el agotamiento por lo que al tercer tema ya habíamos recuperado toda la energía habitual de nuestros conciertos.
A medida que avanzaba la representación perdíamos el miedo y la vergüenza hasta lograr relajarnos por completo y tocar casi con la misma naturalidad y alegría que alcanzamos en los ensayos. Sabemos que el público lo percibió y lo agradeció porque cada tema era más aplaudido que el anterior, así hasta ponerse en pie tras el último bis
Alex jugando a lo que hace la madre hacen los hijos...
A veces pensamos que triunfar en el mismo escenario donde lo hemos hecho tantas veces no tiene mérito y, sin embargo, otras tantas
Jero jugando a lo que hace la madre hacen los hijos...llegamos a la conclusión contraria: que es asombroso convencer una y otra vez al mismo público.

sábado, junio 11, 2005

Círculo de Bellas Artes. Madrid

Presentación del libro Equilibrio Inestable de Montserrat Cano
Hace aproximadamente un año, una asociación literaria nos llamó para que participásemos en la presentación de un libro de poemas. La autora, entusiasmada con el resultado, nos prometió que volvería a contar con nosotros cuando tuviese que presentar su próximo libro y así fue. Montse Cano quería una fiesta, quería escapar de las típicas presentaciones aburridas en las que los amigos echan loas al autor y a su obra y se deshacen en palabras vacías de elogio y en cuanto tuvo confirmada la fecha de publicación nos localizó para que junto a sus palabras estuviese la música de Jazz Lemon y las voces de algunos amigos invitados para leer los textos.
Nos sorprendió el enorme poder de convocatoria de la autora. La sala Valle Inclán del Círculo de Bellas Artes se quedó diminuta desde veinte minutos antes de que comenzase el espectáculo. A las ciento veinte sillas que colocaron tuvieron que sumar otras más de ochenta y la gente seguía llegando. Abrieron las puertas de la sala y la gente se amontonaba de pie. Lo que se presuponía un acto familiar y entre amigos se convirtió en un acto multitudinario.
Nosotros esperabamos en el hall de entrada y veíamos que no dejaba de aparecer gente y más gente. Eso acrecentó nuestros nervios, justificados en esta ocasión no sólo por el numeroso público sino por los problemas de este día que no fueron pocos:
Cuando Montse nos confirmó la fecha, José Carlos, nuestro clarinetista habitual, avisa que ese día tiene bolo con la orquesta y no puede venir. Tenemos que buscar un sustituto. Enseguida pensamos en Roberto Rioja, nuestro anterior saxofonista, y rezamos porque tenga la fecha libre. Efectivamente la tiene pero sólo puede venir a tres ensayos. En el primero de ellos se encuentra con que todos los temas han cambiado desde que él tocó con Jazz Lemon y tiene que aprenderse de nuevo los muchos arreglos que hemos incorporado. Es un músico brillante y no le cuesta asimilarlo pero, el día anterior a la actuación, cuando el último ensayo previsto, recibo una llamada suya diciendo que se ha levantado con una contractura que le impide moverse. Me asegura que no faltará al concierto pero que al ensayo le resulta imposible por lo que las tres sesiones de estudio se reducen a dos. Trata de tranquilizarme asegurando que se ha aprendido todo y que estará a la hora prevista en lugar acordado. Demostró que tenía razón: estuvo, se sabía los temas y los resolvió brillante, a pesar de los dolores.
Laura, nuestra deliciosa voz, es operada de una muela del juicio dos semanas antes del concierto. El cirujano se hace un lío con los nervios y le deja la lengua insensible. Si alguien ha intentado alguna vez a articular una palabra con la lengua dormida que se imagine lo que puede ser modular y vocalizar canciones. Aún así, Laura, atiborrada de antibióticos, antiinflamatorios y calmantes, se sube al escenario dispuesta a olvidarse de las molestias y demuestra lo que sabe cautivando a la audiencia.
A Jero, el bajista, se le rompe el amplificador la noche de antes y pasa una feliz noche entre soldador y destornillador hasta solucionar el problema, el último problema, creo, porque al resto no nos sucedía nada extraño.
El escenario estaba dispuesto de una manera extraña, demasiado alargado. No exagero si digo que entre el pianista a un extremo y el saxo al otro había más de diez metros de separación. Eso dificulta la comunicación entre los músicos y la complicidad en la interpretación y, sin embargo, acortamos distancias cuando arrancamos con los primeros compases del impactante Satin Doll.
Como se trataba de presentar la obra de Montserrat Cano, los textos elegidos para las lecturas entre temas fueron los relatos de su libro. Como indicaba unos párrafos antes, Montse quiso que amigos suyos leyeran algunos de los cuentos y sus voces se intercalaron con la habitual en nuestros recitales de Celedonio.
La autora cerró el recital con la dramática historia de La reina mentirosa, una historia que parecía escrita a propósito para que a continuación sonase uno de nuestros temas favoritos de esta temporada: Lágrimas negras.
Evidentemente emocionada, Montse subió al escenario para agradecer la asistencia y nuestras canciones. Nos pidió que despidiésemos la fiesta con música alegre y le regalamos nuestra versión más festiva de All of me.

viernes, mayo 13, 2005

Restaurante La Retama. Las Rozas (Madrid)

Cole Porter amenizaba una fiesta tocando el piano cuando se acercó Linda, la que sería el amor de sus días futuros y le dijo a una amiga: "es muy bueno, es una pena que nadie le haga caso". Él, al descubrir esa dulce sonrisa mirándole con admiración cambió el ritmo de su melodía hasta conseguir que todos los invitados corearan y bailasen las canciones del genial compositor.
Ninguna musa de ojos negros bajó por la escalera de La Retama el viernes trece pero cuando, después de una primera parte de musica ambiental que sirvió para recibir a la clientela, sonaron los primeros compases del contagioso Satin Doll, el público que abarrotaba la planta en que se servían deliciosos canapés, corrió presuroso a tomar sitio junto a la banda para escuchar y disfrutar nuestra música.
Una agradable sorpresa que no esperábamos cuando nos instalaron el escenario en un lugar de paso. Todo había salido torcido hasta ese momento. Estaba previsto que la actuación se celebrase en la calle, pero llovió. Improvisamos un escenario en la parte alta, junto al jamón y al vino pero la reverberación asustó a las organizadoras y, escasos minutos antes del comienzo, trasladamos los bártulos a la planta baja, junto a la entrada.
Resultaba curioso estar tocando para nadie. Se pretendía que el sonido subiese por el hueco de la escalera para crear el ambiente arriba. Y al principio, antes de que se llenase la sala, parece ser que sí que se oía y bien. Sin embargo, cuando llegaban los nuevos invitados, al encontrarse en el hall una banda de jazz, hacían intención de quedarse allí hasta que la anfitriona les acercaba a los aperitivos y subían a la planta alta volviendo la cabeza hacia nuestra cantante.
Nosotros nos sentíamos raros por una parte pero por otra muy a gusto, tocando a nuestras anchas, muy relajados y disfrutando de cada acorde. Aunque, para qué negarlo, cuando el público abandonó las copas para bajar en tropel a escuchar, nos llenamos de orgullo.
Después no nos dejaban terminar. Claro, se habían perdido la primera parte... Inconscientes de que llevábamos casi dos horas tocando nos pedían otra y otra más. Y correspondimos hasta que se nos acabó el repertorio, más de dos horas después del comienzo.
Concierto curioso, sí. E interesante, no lo vamos a negar. Para nosotros resultaba importante porque era la primera vez que actuábamos sin la voz de Celedonio Macías recitando poemas. Sólo música que estuvo a la altura de lo esperado. O quizá más, porque las alabanzas se multiplicaron así como las peticiones de tarjetas para contactar con nosotros para fiestas similares.
Es posible que este viernes trece naciera un nuevo grupo: un Jazz Lemon amenizador de fiestas. Lo dirá el tiempo y la gente que nos llame.

lunes, abril 11, 2005

9 de abril de 2005

Valdemorillo (Madrid). Centro Cultural.
Día Mundial de la poesía - Homenaje al Quijote

Cartel anunciador del concierto de ValdemorilloPromotores, programadores, aprended de los responsables culturales de Valdemorillo que, tras el éxito que obtuvimos en esta localidad en febrero, decidieron volver a llamarnos para que pudieran disfrutar del espectáculo los que no tuvieron ocasión el día anterior. Quedó demostrado que no les faltaba razón pues, parece ser, que el boca a boca se había extendido por las calles y el día nueve se duplicó el aforo conseguido en febrero. Repetir escenario con tan poca diferencia de tiempo plantea el reto de ofrecer un espectáculo nuevo para no aburrir. Con poco más de un mes para ensayar y Alex y Laura llegan a Valdemorillomuchas ganas de sorprender nos pusimos manos a la obra inmediatamente. Somos conscientes de que a veces no encajan muy bien las poesías que recita Celedonio con la música que interpreta el grupo, por ello, uno de nuestros principales objetivos consiste en acercar ambas. Así se nos ocurrió comenzar a adaptar a nuestro idioma los temas cantados. No es tarea fácil, por eso caminamos despacio pero seguro y para esta representación pudimos incorporar dos nuevos temas en castellano. Otra manera de acercarnos es la incorporación de instrumentos a los poemas, precisamente para que los bloques entre palabra y música no queden tan marcados. Estas novedades nos supusieron un esfuerzo extra de preparación contra reloj pero fueron recibidas con tanto agrado por el público que se nos olvidó el sacrificio al primer acorde.
Fantástico escenario el de esta antigua fábrica de Cerámica
Sí, lo sé. En el anterior comentario prometí no volver a hablar de los problemas técnicos hasta que no estuvieran solucionados pero no puedo callarme la anécdota previa a la apertura de puertas del salón. Esta vez habíamos llegado con tiempo de sobra (bueno, todos menos el pianista, todo hay que decirlo) y pudimos montar el tinglado con absoluta tranquilidad pero, cuando nos disponíamos a probar sonido comprobamos con horror que la banda sonora de Carrusel Deportivo se estaba colando por la línea y si se eliminaba el ruido de la radio, desparecía también el sonido de los instrumentos enchufados. Durante más de media hora estuvo el técnico cambiando clavijas de lugar sin encontrar la causa del problema. Reconozco que me fui a discutir el asunto con la barra del bar y no sé cómo llegaron a un acuerdo interferencias y técnico; sólo sé que, tras un buen rato discutiendo, nos llamaron para empezar a probar.
En el trayecto entre la cafetería y el escenario pasamos por el pasillo que tenía que utilizar el público para entrar a la sala y reconozco que me entristecí al verlo prácticamente vacío, sin embargo, tan pronto se abrieron las puertas no tardaron en ocuparse la práctica totalidad de las butacas.
Como explicaba unas líneas más arriba, presentábamos en este concierto demasiadas novedades y eso nos alteraba un poco los nervios pero todas las dudas desaparecieron en cuanto arrancamos con tal fuerza que parecíamos una Big Band.
Nunca miro el reloj ni antes ni después de un concierto por lo que no puedo precisar el tiempo que duró aunque creo que nos alargamos más de lo habitual. Sin embargo, no sólo nadie se movió de su asiento sino que aclamaron con ganas para que volviéramos a salir e interpretar un par de bises (y eso que no había amigos entre el público...).
Al bajar del escenario, los promotores del acto nos prometieron que volveríamos a pisar ese mismo escenario muy pronto...
En pocos minutos todas estas butacas se llenarán; mientras, Alex y Laura recuperan fuerzas para derrocharlas sobre el escenario
Satin Doll, En el principio, Arte poética, My Favourite things, Vida, Cántico doloroso al cubo de basura, Afro Blue, Un soldado de Urbina ¿Quién menoscaba mis bienes?, Chain of fools, Quijote y Sancha, El precursor de Cervantes, La fiebre de la Pantera Rosa, Esperando a los Bárbaros, A night in Tunizia, Para Guitarra, Yo escucho los cantos, Nature boy, Alfa y Omega, El agua que está en la alberca, El melonero de la Isla de Cantaolupe, Contigo, Lágrimas Negras, Nosotros y ellos, Maki Navaja, Straight no chasser.

lunes, febrero 21, 2005

18 de febrero de 2005

Centro Cultural de Valdemorillo. Homenaje a San Valentín
Jugaban correteando por los pasillos cuando escucharon la música. Como cautivados por el flautista de Hammelin, abandonaron sus persecuciones y entraron a la sala. Sentados en una de las últimas filas, permanecieron inmóviles y en silencio hasta que sonó el último acorde. Laura firma sus primeros autógrafos a sus futuros fansCuando se levantaron de las butacas acudieron inmediatamente a la parte trasera del escenario y tímidamente nos pidieron que les firmásemos autógrafos. Imaginad nuestra sorpresa. Pensamos que se trataba de una broma hasta que les vimos aparecer armados de papel y bolígrafo.
Este detalle nos alegró la noche. No sólo por que se cebara nuestra vanidad sino por la alegría que nos produjo que unos chavales que no superaban los catorce años se interesasen por la poesía y el jazz y, además, les entusiasmara hasta el punto de pedir autógrafos.
No sólo ellos disfrutaron con nuestras palabras y música. Aunque no logramos ver lleno el precioso teatro del Centro Cultural de Valdemorillo, los que acudieron disfrutaron en grande y nos felicitaron por ello a pesar de que nosotros mismos no quedamos muy satisfechos de esta intepretación.
La cosa empezó muy bien. La idea de salir fuera nos atraía a la mayoría del grupo: quedar todos juntos en el local, cargar "las furgonetas" y compartir más de sesenta kilómetros de carretera es algo, si bien bastante común para la mayoría de los grupos, no tanto para nosotros, por lo que afrontábamos esta actuación como una pequeña aventura.
Y bien cierto que lo fue, pues el viaje resultó de todo menos sencillo. Tras comprobar las bondades de la última carretera de circunvación proyectada en la Capital del Reino, desembocamos en una maraña de carreteras y cruces sin señalizar que, más por intuición que planificación, nos llevó a las inmediaciones del Centro Cultural.
(Acabo de modificar la frase anterior: había escrito "Nos llevó a las puertas" pero es que este Centro Cultural, no tiene acceso directo ni a la calle ni a un parking, por lo que todos los montajes que ahí se realicen han de subir su material durante más de treinta peldaños ¿A quién se le ha ocurrido construir un magnífico Centro Cultural sin un acceso directo para descargar? ¿cómo entran al teatro los decorados para una obra? ¿Subiendo escaleras?)
Nos cargamos el equipo a la chepa, subimos unas tres mil quinientas escaleras y llegamos al Centro: una antigua fábrica de cerámica reconstruida para albergar un teatro, sala de exposiciones y seguro que alguna cosa más de la cual no me enteré.
En este párrafo es cuando me tocaría contar los problemas que tuvimos con las pruebas de sonido y con los cables que no aparecían (porque no existían, probablemente) pero es que estoy comprobando que es tan habitual que surjan estos contratiempos de última hora con el sonido que ha dejado de ser noticia. Por eso, quizá un día leáis en alguna de estas crónicas: "Llegamos, probamos sonido en cinco minutos y nos marchamos a tomar café" pero hasta que eso ocurra voy a tratar de evitar pormenorizar en ellos.
Lo que importa es que terminamos la prueba unos tres minutos antes de que abrieran la sala al público y empezamos a tocar casi de sopetón. Así nos lució el pelo (el que firma estás crónicas ostenta una refulgente calva). No sabría precisar si esa fue la causa pero el resultado es que no terminábamos de dar pie con bola. Si no fallaba uno lo hacía el otro y si no, el que nunca se equivoca. Tampoco errores garrafales que asustaran al público sino imprecisiones casi imperceptibles en las interpretaciónes que sólo nosotros notábamos.
Pusimos en práctica una nueva manera de abrir el concierto (eliminando el clásico All Blues) y un nuevo sistema para presentar a los músicos que funcionó mejor de lo que habíamos previsto. También estrenos de canciones y, por primera vez en la historia de Jazz Lemon, un tema cantado en castellano: una preciosa adaptación del clásico de Miguel Matamoros, Lágrimas Negras.
El resultado ya lo sabéis: un público entusiasmado y el surgimiento de una nueva generación de aficionados al Jazz.

Satin doll, Escrito está en mi alma, Madrigal, Beautifull Love, Amor es esto, Es el amor, There will never be another you, Asomaba a sus ojos, Los suspiros son aire, ¿Qué es poesía… poesía eres tú? Something Cuando me lo contaron…Un sueño cumplido (cuento) A night in Tunizia, En el meeting de la humanidad, Orillas del Duero, Autumn Leaves
, Satin Doll, Me basta así, Misty, l agua que está en la alberca, Mi amigo el robot, Mack the knife, “desempolvemos nuestras neuronas”, Poema nº 20, Lágrimas negras

lunes, enero 17, 2005

15 de enero de 2005

Sala Artépolis. Madrid. Homenaje a Pablo Neruda.
Juan Parranda tuvo un sueño y al despertar convirtió un viejo local de Lavapiés en un Centro Cultural de iniciativa privada que abre sus puertas a todas las propuestas artísticas que considera interesantes, por eso llamó a su sueño "La Ciudad de las Artes" osea, Artépolis. De esto hace justo ahora un año y para celebrarlo organizaron actividades y conciertos entre los que se encontraba el aplazado homenaje a Pablo Neruda que teníamos previsto ofrecer en la misma sala hace unas semanas.
En aquel momento se retrasó por unas interminables obras sobre el escenario que aún continúan pero que permitieron acoger los conciertos del aniversario aún con algunas dificultades. Uno de esos problemas es el falso techo de lona que colgaba sobre nuestras cabezas, por encima del cual se ocultaba el piso del vecino de arriba, o sea, que todo el edificio se convertía en una enorme caja de resonancia que obligaba a moderar el volúmen y terminar la actuación a las doce en punto.
El espacio suponía otro problemilla. Está prevista una pequeña ampliación del escenario pero hasta que terminen las obras, mide lo que mide y nosotros somos siete. Durante tres cuartos de hora jugamos al Tetris intentado colocarnos sobre las tablas para terminar dejando a pianista, vientos y narrador apeados de la tarima. Aún así, resultó apañadita la puesta en escena y nos encontrábamos cómodos.
Más cómodos aún cuando observamos como la sala comenzaba a llenarse. Caras amigas y... caras desconocidas, lo que siempre resulta gratificante. En ese cálido ambiente comienza Celedonio a recitar y... primer problema: murmullos de fondo. Parece ser -nos dijeron luego- que no se escuchaban bien las narraciones al final de la sala por lo que el público se distraía y se ponía a hablar. Las palabras del poeta, que requieren mucha concentración para ser expresadas con todo su sentimiento, sonaban a veces apresuradas o agitadas en vez de con la pausa y modulación requeridas. Nuestro rapsoda trataba de competir con el murmullo y desde arriba percibíamos esa tensión sin poder solucionarlo. Con lo fácil que hubiese sido -nos dijo algún amigo- subir un poco el volúmen de su micrófono... Por el contrario, los de las primeras filas lo escucharon perfectamente y disfrutaron plenamente de la interpretación.
Menos problemas tuvimos los músicos. Si no contamos el gripazo con el que Laura, la cantante, subió al escenario. A pesar de las sobredosis de Paracetamol, antigripales, analgésicos y antiinflamatorios a la que se sometió durante toda la semana previa, su voz no sonó como nos tiene acostumbrados y ella, al darse cuenta que no podía ofrecer todo lo que esconde su garganta, se encontraba incómoda.
Como he empezado relatando los "peros", podría pensarse que el concierto fue una castaña. Nada más lejos de la realidad. Disfrutamos como pocas veces y el público, al percibir nuestro buen ánimo, también se lo pasó en grande. Artépolis transmite buenas vibraciones. Tiene algo esa sala que hace sentirse bien. Verla abarrotada también ayuda. Y ver a la gente bailar, o corear las canciones, o reír o casi llorar con los poemas.

Es decir, un poeta. Footprints. Nacimiento. The days of wine and roses. Los cuentos Viejos. Afro Blue. Poema nº 15. Poema nº 6. Autumn Leaves. Explico algunas cosas. Nature Boy. Tus manos. Tu risa. Take Five. Oda a la alcachofa. My favourite things. Pido silencio. Beautiful love. Sabrás que te amo. A night in Tunisia. Poema nº 20. Mack the knife. All of me. Straight no chasser.