sábado, junio 18, 2005

Centro Cultural Los Castillos. Alcorcón. Madrid

Canciones y poemas en un lugar de...
Mientras cerca de un millón de personas se cocían de calor en el madrileño paseo de la Castellana bailando al ritmo de los tambores de Carlinhos Brown, otros cientos de miles reivindicaban no sé qué valores caducos y otros tantos luchaban por el reconocimiento de sus derechos, los Lemon nos peleábamos con la mesa de mezclas y las cámaras de vídeo que nos estaban grabando lo que será nuestra primera maqueta audiovisual unas horas antes de que diera comienzo un nuevo concierto en Los Castillos de Alcorcón.
No es Carlitos Marrón, sino Fernandinho el morenoDebieramos sentirnos como en casa sobre estas tablas donde hasta conocemos al técnico por su nombre de pila y, sin embargo, los focos que nos apuntan y convierten a la platea en un clamoroso foso de almas sin rostro, imponen su ley, templan los nervios y recuerdan al músico que nunca está todo hecho hasta que se da la última nota.
Más de tres horas de grabación dejaron huella en nuestro espíritu. Otra toma, otro tema, otro ángulo... hasta que avisaron que el público debía ocupar las rojas butacas del teatro y se dio por finalizada la sesión. Cosa que agradecimos pues cada nueva toma resultaba peor que la anterior y las ganas de seguir repitiendo habían desaparecido a pesar de la constancia de que el resultado será nuestra tarjeta de presentación para posibles futuras galas.
Por culpa de este cansancio empezamos sin brío, más apagados que una linterna sin pilas.
José imita a lauraTeniendo en cuenta la gran cantidad de convocatorias previstas para este sábado 18 de junio de 2005, si sólo hubiesen entrado veinticinco personas al mismo teatro que otras veces hemos llenado hasta la bandera ya hubiera sido considerado un éxito. Pero esa cifra se multiplicó y la organización contó cerca de doscientos espectadores. El calor de sus aplausos mitigó el de los focos y el agotamiento por lo que al tercer tema ya habíamos recuperado toda la energía habitual de nuestros conciertos.
A medida que avanzaba la representación perdíamos el miedo y la vergüenza hasta lograr relajarnos por completo y tocar casi con la misma naturalidad y alegría que alcanzamos en los ensayos. Sabemos que el público lo percibió y lo agradeció porque cada tema era más aplaudido que el anterior, así hasta ponerse en pie tras el último bis
Alex jugando a lo que hace la madre hacen los hijos...
A veces pensamos que triunfar en el mismo escenario donde lo hemos hecho tantas veces no tiene mérito y, sin embargo, otras tantas
Jero jugando a lo que hace la madre hacen los hijos...llegamos a la conclusión contraria: que es asombroso convencer una y otra vez al mismo público.

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